A Cynthia, mi musa griega


Todos los escritores necesitamos una musa y he decidido que tú seas la mía.

Tengo que escribir 5 libros y vaya por delante que ya están escritos en mi mente, en cada poro de mi piel, en mi carne y en mi sangre.

Pero estos elementos de mi cuerpo sólo los sabes leer tú, cuando me miras a los ojos y ves lo que mis ojos han visto y yo no puedo ni imaginar las visiones de los tuyos.

Largas conversaciones sin mediar palabra, mirándonos a los ojos, para descubrirnos el alma y todo desaparece, la belleza de tu cuerpo, el cansancio del mío, la música que no suena, las personas que nos rodean, el espacio, el tiempo, todo desaparece.

Antes de conocerte, llegué a ese punto en que pensé que la armonía estaba únicamente en las matemáticas, en el álgebra, pero ahora pienso que residen en la belleza, la bondad y la inteligencia.

Como toda musa, eres una divinidad griega que inspira a los mortales a realizar las misiones encomendadas por los dioses del Olimpo.

En mi caso, la carga es demasiado pesada para estos hombros, escribir, inventar y convencer al resto de los mortales en plasmar en realidades aquello que dibujé en mi cabeza hace años.

Para que la humanidad avance, para dar soluciones a las personas, dar soluciones a los mortales.

Para convencer a los demás te invoco y que me concedas el don de la oratoria, de la palabra hablada y la escrita, la impecable elegancia de las matemáticas, el dominio de la técnica y la tecnología, la abstracción que ilumine tanta oscuridad.

Soñaré contigo, soñarás conmigo.

Te pido que soñando dormido o soñando despierto me ilumines. para robar el FUEGO, el conocimiento a los Dioses y dárselo a los hombres, como hizo Prometeo.

Espero que Dioses y Hombres no nos castiguen por ello.

La mitología dice que la musas fueron nueve,
pero se olvidaron de Cynthia, la más joven (apenas 3.000 años).

Inspiraste a Homero, a Sócrates, Platón y Aristóteles y ahora me inspiras a mí, solo a mí, a Félix Vincit, un alma más joven que la tuya, un alma de un hombre nacida en el ocaso del Imperio Romano de Occidente, acostumbrada a luchar para que la oscuridad no se imponga a la luz y brillar en Bizancio, en el Renacimiento, en la Revolución Francesa del XVIII y llamado a ser un pequeño faro en este mar tempestuoso al que llamamos siglo XXI.

Estoy sentado en mi terraza frente al mar, el mismo al que llaman actualmente Mediterráneo, tú lo conoces por Thalassa y cuando nací en Hispania, le llamaban Mare Nostrum.

Nombres, nombres, ese mar es sólo agua como lo vas a ser tú, como lo soy yo. Tienes que ser de agua, de piel, de carne, para que seas mi musa, para que pueda tocarte, para saber que existes.
Hace siete días te fui a buscar a Grecia, a la joya del Egeo, a Santorini, nuestra isla, la que tú y yo sabemos, antigua Atlantis, que nunca desapareció.
Fui buscando a mi musa, buscándote a tí, pero la verdad es que necesitaba encontrarme a mí, para que Cynthia, mi musa me encontrara a mí.
Estabas tan cerca mío que ni me di cuenta, estabas más lejos de lo que me imaginaba.
Cerca, lejos, sólo son distancias.
Te amo, porque siempre me enamoré de las ideas y estuve buscandote a tí, a mi única musa.
Eres mi primer amor, ya que cuando creía que me enamoraba de una mujer, me enamoraba del dibujo que de ella había realizado en mi mente y eso llevaba siempre al fracaso.

Pero cuando estoy contigo, el mundo se detiene, dejo de pensar, invocamos a Dionisos, probamos placeres prohibidos y bajamos a los infiernos, para poder saber cómo son los cielos, cómo es el Olimpo.


Eres más antigua que yo, me llevas más de mil años.

Nacimos a destiempo, tal vez. Sólo espero que no te importe la juventud de mi alma y que me sigas inspirando.

En estos 3.000 años de tu existencia, tus ojos se han vuelto algo tristes ya que has visto la maldad de ciertos humanos.

Pero te recuerdo que una simple vela ilumina la oscuridad más absoluta.

Y eso haremos, una musa y un inventor, que intenta ser escritor, seremos una luz, un faro que ilumine a los humanos que navegan por la noche en el mar del cual nacimos y en el que renaceremos.

Si tu quieres,

Félix Vincit

Escritor

Sobre Cynthia



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