Tus rosas dejarán de ser rojas, ya que eres una rosa azul rodeada de rosas blancas.
Al menos, así te veo.
La musa será la rosa, la rosa será mi musa y este pobre inventor-escritor dejará de volar de flor en flor para posarse en la rosa más bonita del mundo, la rosa más bella del jardín.
Y era tan fácil verla.
Era llegar al jardín aquél en que todo invita a detener mis alas, a detener mi vuelo, en la única rosa azul, en un mar de rosas blancas.
Pero los mejores besos no son aquellos que nos dimos, sino los que están por venir.
Cada vez más dulces, aunque nunca fueron amargos.
Al ser escritor, te escribiré la canción más bonita del mundo.
Te la cantaré al oído, en nuestra isla, en la puesta de sol en Firostefani, en Thira (Santorini), nuestra Atlantis, el próximo verano.
Si tú quieres.
Volaremos juntos a tierras lejanas y veremos cómo se aman en otras culturas, en lenguas extrañas.
Hace siglos le dijeron a una mujer para que diera limosna a un pobre ciego: "Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada".
Y yo te digo que te regalaría mi vista, mis oídos, mis cinco sentidos, pero aún sin ojos siempre te veré, ya que te dibujé en mi mente para siempre, para toda la eternidad.
Eres un regalo de los Dioses, mi regalo, ya que nunca te podría inventar.
Félix Vincit.
Escritor
¡Bellísimas letras!Son tan sutiles,tiernas,me hacen imaginar la pureza del verdadero amor.Graciassssss
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